Arasmila se prescribe para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, como el linfoma no Hodgkin y la leucemia linfocítica crónica. También se utiliza para tratar enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, el lupus y la vasculitis.

Arasamila se administra a través de una infusión intravenosa en un hospital o clínica. La dosis y frecuencia dependen del tipo de condición que se esté tratando y de la respuesta del paciente al medicamento. El tratamiento debe ser administrado bajo la supervisión de un médico con experiencia en terapias biológicas o en el tratamiento del cáncer.

Antes de recibir rituximab, los pacientes deben informar a su médico sobre cualquier condición médica que tengan, incluyendo enfermedades cardiacas o infecciosas, y sobre cualquier medicamento que estén tomando. Es importante también realizar pruebas para hepatitis B, ya que rituximab puede reactivar una infección por hepatitis B en portadores del virus. Durante y después de la infusión, los pacientes deben ser monitoreados en busca de signos de reacciones alérgicas o efectos secundarios.

Los efectos secundarios de rituximab pueden incluir reacciones relacionadas con la infusión, como fiebre, escalofríos, náuseas y fatiga. Otros efectos pueden ser infecciones, problemas cardiacos y reacciones cutáneas. En casos raros, pueden presentarse efectos secundarios más graves, como reactivación de hepatitis B, problemas pulmonares o síndrome de lisis tumoral. Es fundamental que un médico evalúe y supervise el tratamiento con rituximab debido a la posibilidad de efectos secundarios graves y para asegurarse de que el medicamento se administra de manera segura y efectiva.